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En el estado de Oaxaca existen muchas costumbres y tradiciones durante todo el año, y dentro del estado, dichas que tienen en mismo fin de celebración pero con diferentes cosas, de hecho de una región a otra o más aun de un pueblo a otro, las costumbres varían por tal vez detalles pero eso es lo que los hace ser auténticos. Se celebran todas las fiestas, las profanas y las religiosas. El calendario de fiestas es extenso por la diversidad de grupos étnicos, mismos que aún conservan.
Oaxaca tiene una combinación en sus tradiciones de la cultura de los antepasados y la cultura actual, un estado que no deja perder sus costumbres, las adapta a los nuevos tiempos y necesidades.
La Guelaguetza
Lunes del cerro en la ciudad de Oaxaca. La Guelaguetza es una de las tradiciones más importantes de Oaxaca. Su nombre se deriva del vocablo zapoteca “Guendalezaa” que significa “ofrenda, presente, cumplimiento”.Esta fiesta es un gran mosaico étnico y cultural que se expresa en múltiples lenguajes, danzas, cantos, vestidos y costumbres del pueblo oaxaqueño. La celebración ha adquirido renombre mundial y cuenta con la participación de las ocho regiones folklóricas del Estado: La Costa, La Cañada, La Mixteca, La Sierra Norte , sierra sur , Papaloapan, El Istmo y Los Valles Centrales.
En un auditorio en el Cerro del Fortín, ofrecen sus principales bailes y danzas tradicionales, junto con productos característicos de su tierra como frutas o artesanías. Las fiestas incluyen otros espectáculos empezando con el desfile de las delegaciones organizado a la manera de la Calenda tradicional. En el mismo auditorio en donde se lleva a cabo la Guelaguetza, se presenta la Leyenda de la Princesa Donají, hija del rey zapoteca Cosijoezay de la princesa Coyolicatzin, presentación llena de drama, luz, sonido y fuegos artificiales.
La fiesta se complementa con muestras gastronómicas y artesanales, representaciones costumbristas de las más diversas comunidades del estado, exposiciones, conciertos y eventos culturales.
La Guelaguetza se celebra cada año en los dos lunes después del 16 de julio, excepto cuando el primer lunes cae en 18 de julio, aniversario luctuoso de Benito Juárez. En ese caso, se posponen las celebraciones una semana.
El lugar de la celebración es el Auditorio Guelaguetza donde a lo largo del año se llevan a cabo diversos eventos de arte, danza, música y teatro. Este recinto se ubica del Cerro del Fortín y se construyó de cantera verde. Su diseño semicircular que recuerda a los antiguos teatros griegos, aprovecha la pendiente del terreno para colocar las gradas. Aunque el auditorio tiene un techo de lona, se recomienda llevar protección solar y un sombrero. Cuenta con una capacidad de 11,000 espectadores y tiene una bella vista de la Ciudad de Oaxaca y los Valles.
Noche de Rábanos
La tradición de la Noche de Rábanos procede de la época colonial, cuando los indígenas aprendieron a cosechar unos rábanos de gran tamaño que se daban en la región. Es una fiesta popular que se celebra la noche del 23 de diciembre en la plaza de la ciudad capital, donde se exhiben figuras y escenas esculpidas usando solo estos deliciosos bulbos.
Durante el festejo es costumbre consumir buñuelos y romper los platos donde se sirven: según el número de pedazos en que se rompa el traste, será la suerte del comensal para el siguiente año.
La Noche de Rábanos es una fiesta tradicional Oaxaqueña de sello netamente popular en la que los hortelanos y floricultores exhiben el talento artístico de sus manos con diseños especiales realizados en rábano, flor inmortal y el totomoxtle. La exhibición dura sólo unas horas, pero congrega prácticamente a todos los habitantes de la ciudad en el área del zócalo, quienes concurren con el objeto de admirar la creatividad de los participantes en este concurso que año con año se realiza el 23 de diciembre.
Algunos autores mencionan certámenes coloniales de hortalizas, los frailes (en particular los dominicos) fueron los que enseñaron el cultivo de las flores y de las hortalizas, algunas traídas de España a los grupos de naborías (indígenas zapotecos y mixtecos) que servían en las casas de los vecinos. A ellos se les concedió por mandato del Virrey Luis de Velasco, el 7 de julio de 1563, las tierras cercanas a las haciendas de la Noria y Cinco Señores, fundándose así el pueblo de Trinidad de las Huertas o de las Naborías. Fue en este lugar que se agruparon todos los agricultores dedicados a la horticultura y floricultura.
Sobre su origen, diversas versiones coinciden que la costumbre de los rábanos y sus diseños originales tienen su arraigo en el mercado de la Vigilia de Navidad que se realizaba precisamente cada 23 de diciembre.
La usanza antigua de los oaxaqueños era la de asistir a las calendas y a la misa de Gallo. La cena de Navidad surgió mucho después. Los comerciantes llevaban a vender en la Plaza de Armas de la Vieja Antequera el pescado seco salado, imprescindible en las comidas de vigilia, además de las verduras necesarias para complementar el menú. Los hortelanos de la Trinidad de las Huertas llevaban sus verduras, expendiéndolas en puestos colocados con este objetivo.
Con el propósito de hacer más atractivos sus puestos, los hortelanos empezaron a crear figuras con los rábanos, adornándolos con hojitas de coliflor y florecitas hechas de cebollas tiernas. Colocaban rábanos, lechugas, nabos, cebollas, etc., todo de manera artística, sin olvidar los canastos de flores, que eran cultivadas con esmero.
Este hábito fue arraigándose, más y más con el paso de tiempo, llegando a un punto que las amas de casa buscaban estas figuras para adornar sus mesas. Según fuentes fidedignas del libro “Noche de Rábanos” escrito por el Profesor Alejandro Méndez Aquino, se tiene conocimiento que el 23 de diciembre de 1897, el entonces Presidente Municipal, Don Francisco Vasconcelos Flores, organizó la primera exposición en la cual participaron los horticultores, exponiendo sus inigualables y curiosas creaciones con rábanos en forma de representaciones navideñas, personas, animales, danzas y otro tipo de escenas que les dictaba la imaginación.
En aquella época acontecida en la historia de Oaxaca, la primera exposición al aire libre de la Noche de Rábanos se llevó a cabo en la Plaza del Marqués o la Plaza de las Armas, hoy Plaza de la Constitución. Después del primer concurso de floricultura, se hizo costumbre que se celebre año con año.
Hace algún tiempo se propusieron dos categorías más; Flor Inmortal y Totomoxtle; la Flor Inmortal es una flor de la región que a través de un proceso natural se deshidrata y con ella se elaboran una gran variedad de figuras y adornos tradicionales. El Totomoxtle es la cáscara u hoja que cubre el elote; también se seca la hoja de manera natural y con ellas se hacen figuras con motivos similares a las del rábano y de la flor inmortal.
Día de Muertos
El Día de Muertos es una celebración Mexicana que honra a los difuntos el día 2 de noviembre, comienza desde el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas con el día de los fieles difuntos y todos los santos.
En esta celebración se a costumbra a realizar Altares con ofrendas es decir: Comida, bebidas, flores que a nuestro difuntos les agradaba con imágenes de los santos y fotografías de ellos. colocándole veladoras para luz de su camino; una de sus creencias es que se le debe colocar un vaso con agua por que los difuntos llegan cansados de su recorrido.
La celebración de los Días de Muertos en Oaxaca es una ceremonia popular que invoca a los espíritus de los ancestros para invitarlos a “convivir” en el mundo terrenal, por lo que se procura agasajarlos en la forma más atenta.
Su visita entre nosotros obedece a un permiso obtenido desde el más allá para que las ánimas de los difuntos puedan visitar a sus parientes. Los muertos retornan a su hogar por que son atraídos por sus antiguas pertenencias o por el amor de sus deudos.
Es posible asegurar que ninguna población de México permanece indiferente a tan arraigada tradición que de alguna forma fortalece los vínculos familiares evocando la memoria de los seres queridos.
Existen vestigios de las representaciones de la muerte llevados al cabo por las diversas culturas que florecieron antes de la llegada de los españoles. Dichas culturas sostenían que con los vientos fríos del norte, llegaban los espíritus de sus muertos a visitarlos y para recibirlos organizaban fiestas en su honor.
Desde la evangelización de Oaxaca llevada al cabo por los Dominicos Fray Gonzalo Lucero y Fray Bernardino de Minaya, a la cabeza de un sinnúmero de misioneros civilizadores; se implementaron las fechas para celebrar a los Fieles Difuntos, tomándose como resultado del culto a los muertos que ya tenían los pueblos aborígenes y las preces de la Iglesia por los antepasados.
En la actualidad la celebración de Muertos se inicia a mediados del mes de octubre con la adquisición de los productos que habrán de colocarse como ofrenda en un altar. Desde muy temprano, los mercados se instalan y se visten de olores y colores característicos, entonces comienza la concurrencia de deudos.
Puede encontrarse entre los productos característicos de la temporada: el mole negro, los dulces oaxaqueños, entre los que no puede faltar la calabaza en conserva, las manzanitas de tejocote y el nicuatole, acompañados por el chocolate y el pan de muerto. Todo esto y las frutas de la estación son elementos que se utilizan para adornar los Altares de Muertos y para rodear las ofrendas que se colocan en honor a aquellos que han partido ya de este mundo.
El primero de noviembre es día de “llevar los muertos”, la costumbre consiste en obsequiar a parientes y amistades de la familia una dotada muestra de las viandas que integran la ofrenda de muertos. La entrega se hace casa por casa. Este día se venera a los “angelitos”, es decir a los parientes que murieron siendo niños. El día dos de noviembre se venera a los finados adultos.
Culto de Altares
Todos los Santos y los Fieles Difuntos son ocasiones para que nuestro pueblo ejerza sus ancestrales costumbres. Algunos, orando por sus familiares pasados, otros yendo a los cementerios para adornar las sepulturas que permanecen en los panteones, elaborando así los ALTARES DE MUERTOS.
Gran parte de la preparación de estas fiestas se ve reflejada en la construcción de los Altares de Muertos, ofrenda que se hace para honrar a los familiares fallecidos, ya que según la creencia popular, ellos vendrán a visitar sus moradas y a sus familias en este día. Los Altares de Muertos, son instalados en las casas de sus familiares o en los mismos panteones sobre las tumbas y la varía de acuerdo a las tradiciones de cada región. Todo lo que el fallecido disfrutó en vida, es recordado al preparar el altar; la ofrenda se coloca el día 31 de octubre por la mañana, y es todo aquello que los deudos vendrán a saborear y disfrutar.
Estos altares se levantan generalmente sobre una mesa forrada con un mantel o una sabana blanca o bien con papel de china “picado”; en las patas frontales de la mesa, se amarran unas cañas de azúcar o carrizos, a los que se les da la forma de arco triunfal, por donde se da la bienvenida a los fieles difuntos.
Tradicionalmente en todo Altar de Muertos jamás se olvida colocar la flor de muerto, y el oloroso “cempasúchil”, y también las flores de otro tipo. Otra de las ofrendas que nunca se soslayan y se sitúan en los altares para que las ánimas de los difuntos se alumbren, es la lámpara que contiene el aceite de higuerilla, las velas de cera blanca o amarilla y veladoras. Dependiendo de cada familia, las imágenes religiosas y fotografías de los finados también suelen colocarse.
Desde el tiempo prehispánico hasta nuestros días, ha sido costumbre entre nuestros pueblos, colocar en el altar de muertos la ofrenda de copal o incienso, substancias que al ser quemadas, producen olores aromáticos; esta ofrenda estaba considerada como uno de los principales tributos a las divinidades.
Una vez colocado el altar, nadie puede tocar absolutamente nada. Los invitados son los muertos y son ellos quienes inician el convite, en su retorno al inframundo, ya satisfechos, únicamente se llevarán el olor y la savia de los platillos, sólo después de ellos, todo podrá ser probado por los deudos.
Festejo en panteones
Por todo lo anterior, “Los Días de Muertos” representan una mezcla de tradición, culto, fiesta, magia e historia en Oaxaca. Es un espectáculo magnífico el que se vive en los panteones; como el Panteón General adornado con más de 2 mil 400 veladoras, o qué decir del Concurso de Altares de Muertos, de los magníficos adornos de las tumbas, del ingenio y esmero de los familiares para agradar a los ya finados y de toda esta expresión de amor terrenal.
La Ciudad de Oaxaca se prepara para esta reunión con los difuntos, y en cada uno de los Panteones se tienen actividades que es posible compartir, vivir y experimentar por cada uno de nosotros.
Día de «La Samaritana»
El Día de la Samaritana se celebra durante el cuarto viernes de cuaresma, y la tradición indica que durante este día se deben regalar aguas frescas y nieves. Se abren cientos de puestos adornados con las flores que tanto nos gustan a los mexicanos y muchas cintas de colores, y las plazas y espacios públicos se llenan de gente que ansía participar de esta tradición. Las aguas se sirven desde ollas igualmente adornadas y nadie se va sin haberse tomado por lo menos un vasito.
No se tienen datos preciso sobre cuándo se instituyó esta festividad; algunas personas suponen que fue en los tiempos de la cristianización (Zúñiga y Aquino, 1989:39), aunque es probable que haya sido a finales del siglo XIX.
Es constumbre que por la mañana de este viernes, en los templos, oficinas, escuelas, casas particulares y algunas empresas se distribuya agua de fruta a quienes lo soliciten. En los templos se realiza en sus respectivos atrios y comienza a repartirse el agua una vez que el sacerdote haya impartido la bendición.
Aunque se lleva a cabo en muchas iglesias de la ciudad no podemos decir que ésta sea una fiesta eminentemente religiosa, aunque posiblemente lo haya sido en sus orígenes.
Se dice que esta tradición posiblemente comenzó cuando en los atrios de algunas iglesias del Centro histórico se realizaba la representación del pasaje bíblico que refería al encuentro de Jesús con la Samaritana. Se utilizaban para ello diversas imágenes, sobresaliendo la que representaba a la Samaritana, vestida como china oaxaqueña.
Los sabores más típicos en la Samaritana son la horchata de arroz, la jamaica, tuna, entre otras. También se preparan aguas frescas con chilacayota, un tipo de calabaza muy fibrosa que se cultiva en Oaxaca. Las mujeres visten sus trajes regionales durante esta bella tradición que representa lo mejor de la hospitalidad oaxaqueña, gente cortés y gentil que gusta de compartir con los visitantes.
Es considerada actualmente como un elemento “típico” de Oaxaca y en esta vertiente Folklórica radica su éxito, pues lo sujetos quieren participar en esa imagen y contribuir a su vigencia.
¡Otra muestra de la generosidad que caracteriza al pueblo oaxaqueño!
Las Calendas
Las Calendas en Oaxaca, cuyo origen data del siglo XVI, son manifestaciones donde se invita a la población a la reunión y festejo de grandes sucesos. Las fiestas patronales se distinguen por las calendas, que también son vistas en otro tipo de celebraciones como bautizos y bodas.
En los diferentes pueblos de la entidad oaxaqueña, las calendas se llevan a cabo según la tradición de cada comunidad, pero se distingue por el desfile de colores y formas que invitan a los familiares y amigos a reunirse y celebrar.
El tambor, los cohetones, las flores y la alegría de los asistentes dan vida a las calendas, donde participan niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad.
Martes de «Brujas»
Esta tradición que según la historia de este pueblo tiene sus orígenes en la época colonial, cuando el fraile Domingo de Santa María, promovió la construcción del Templo Católico en la que participaron los nativos de la población trabajando jornadas nocturnas, mientras que las mujeres les preparaban tamales de frijol y atole endulzado con panela.
Al ocultarse el sol las esposas llegaban a las orillas de los árboles, alumbradas con teas de ocotes llamados “Brujas”, (actualmente son recipientes hechos de hojalata con un mechero alimentado por petróleo) donde el sonido del caracol anunciaba la hora de la cena, y todos se reunían como una sola familia a compartir los alimentos.
En estas épocas los xoxeños reviven los recuerdos de los ricos tamales de grandes mujeres que heredaron su sazón a sus descendientes, que hoy ofrecen sabrosos tamales de frijol, rajas, chepil, dulce, mole, siendo la especialidad de la casa el tamal de chichilo.
Los Martes de Brujas se realizan todos los martes de la semana después del miércoles de ceniza que marca el inicio de la cuaresma, hasta la semana santa, es una bella tradición en la que puedes disfrutar de muy buenos conciertos o bailables mientras disfrutas de unos deliciosos tamales.
Velas Istmeñas
Las Velas Istmeñas son originarias del Istmo de Tehuantepec en honor al santo patrono local y es organizada por uno o varios mayordomos apoyados por capitanes. Se organizan misas y fiestas en casa del mayordomo y un desfile en carros alegóricos para la «tirada de frutas», cuando las mujeres del Istmo arrojan frutas y regalos a los espectadores. Durante la celebración de las velas también se realizan las famosas calendas, donde todo el pueblo sale a recorrer las calles, mientras bailan, cantan y toman. Todo esto es previo a la gran cena baile, donde todos portarán su traje istmeño para lucirlo bailando al son de la Sandunga (Zandunga).
“Mayo es el mes de las velas”, dicen; no obstante también se llevan a cabo en otros meses del año, especialmente en los días de los santos patronos. Lo que es un hecho es que cuenta con ciertos pasos rituales que presentan pocas variaciones.
Entre los océanos Atlántico y Pacífico resalta la región más angosta de México, pero cuya riqueza cultural es de las más extensas del país. Se trata del Istmo de Tehuantepec cuyo folklore y tradiciones han dado la vuelta al mundo y son muestra del arraigo cultural mexicano.
El Istmo es rico en diversidad, pues en él habitan zapotecos, chontales, huaves, toques, mixes, mixtecos, tzotziles y chinantecos. Cada una de estas etnias fue arribando a la zona de oaxaca en diferentes períodos, sin embargo, esta heterogeneidad permitió que la región del Istmo adquiriera una riqueza cultural inigualable.
Origen de las Velas Istmeñas
Cobijada por la complicidad nocturna, resalta una de las tradiciones más emblemáticas de esta región: la celebración de las velas istmeñas.
Esta tradición está llena de un sincretismo religioso, ya que se realiza en honor a los santos patronos de los diferentes pueblos que conforman el Istmo y a quienes honran con devoción durante mayo.
Dicha fiesta patronal tiene sus orígenes en las civilizaciones prehispánicas, quienes aportaron un simbolismo único a cada una de las facetas.
Las velas istmeñas inician con un recorrido por las principales calles de la ciudad y que, por lo general, culmina en una iglesia.
En esta peregrinación, las mujeres portan el tradicional y colorido traje de tehuanas y los hombres una guayabera blanca y un pantalón negro; ambos caminan acompañados de música tradicional como “La Sandunga”.
Simbolismo de las Velas Istmeñas
Se adoptó la vela como componente principal, pues es la representación de un elemento sagrado para las culturas prehispánicas y religiosas.
Las velas inicialmente eran usadas a manera de ofrenda a las divinidades a quienes agradecían por las buenas cosechas, la salud y la vida.
Sin embargo, ante la conquista del imperio español en territorio mexicano, esta tradición, como muchas otras, se adaptó a una celebración de santos.
Las Velas Istmeñas
Las velas conjugan en perfecta sincronía muchas de las ofrendas mesoamericanas con las costumbres actuales que se derivaron del mestizaje con los españoles. Es por ello que en algunos casos, la vela se ofrece tanto a una divinidad como a un santo. En total existen 20 tipos de velas que adornan con su gracia los colores de la fiesta oaxaqueña y, si bien las velas se celebran en todos los pueblos del Istmo, existen algunas que destacan en popularidad.
Vela San Vicente Ferrer. Esta vela se lleva a cabo en Juchitán, se realiza para todo el pueblo y goza de un esplendor inigualable. La celebración comprende de una misa, convivio en la casa del mayordomo, regada de fruta, soltada de toro, fuegos artificiales, velada y baile popular. La vela grande de San Vicente Ferrer se celebra la misma noche en diferentes partes de la ciudad.
Vela Santo Domingo de Guzmán. Tiene como sede Tehuantepec en honor al santo patrono del pueblo, los habitantes realizan bailes, recorridos portando los trajes tradicionales y acompañados de la magnificencia de las bandas de la región.
Vela San Jerónimo Doctor. En Ciudad Ixtepec celebran la vela a San Jerónimo Doctor festividades que ofrecen los mayordomos, capitanas, capitanes y reinas.
Vela San Juan. Se realiza en el mágico poblado del Espinal en honor al santo patrono San Juan y a la Virgen del Rosario.
Vela Biaza. Esta celebra la resurrección zapoteca, la primavera y la natividad de la Virgen María.
Vela Bini. Dedicada a la diosa Centéotl y a la Virgen del Rosario.
Vela Paloma. Se ofrenda a Xochiquétzal, doncella que se prepara para el matrimonio, a las parteras, al otoño, así como a la Virgen de la Concepción.
Vela San Isidro. Representa el gran evento social para el Festival de la Primavera, es la fiesta de las familias de la alta sociedad.
Vela Cheguigo. La celebración de las velas abarca toda la región del Istmo de Tehuantepec, de norte a sur, por ello esta vela es la que realizan aquellos que viven al otro lado del río.
Vela San Pedro Cantarito. Dedicada a los alfareros de la ciudad, hay que destacar que esta tradición había desaparecido en 2013, sin embargo, las generaciones celosas lograron rescatarla y preservarla.
Vela Santa Cruz Guzebenda. Celebrada por la comunidad de pescadores de la séptima sección que año con año dan muestra de su devoción.
Vela de los Niños «Guendalizaa Sti Xcuidi». Tiene la intención de fomentar en los más pequeños las tradiciones, en este caso, como en todos los demás, los niños portan los trajes tradicionales.
La magia de estas celebraciones llenas de tradición envuelven a cualquiera que pise la región del Istmo en el mes de mayo y que, sin duda, quiera regresar a vivir en carne propia la devoción de sus habitantes en las fiesta patronales.
Más Atracciones Turísticas en Oaxaca
Monte Albán es la zona arqueológica más importante de la entidad oaxaqueña, de importancia regional única por el control religioso, político y económico que ejerció el estado zapoteco sobre la población del Valle de Oaxaca durante más de trece siglos. Ha sido nombrada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad junto con la ciudad de Oaxaca el 11 de diciembre de 1987. La herencia del mundo zapoteco llega hasta nosotros a través de los magníficos sitios arqueológicos diseñados en el Valle de Oaxaca. De ellos, la ciudad de Monte Albán sobresale por su enorme importancia como eje económico, político y religioso (fue el primer complejo urbano de Mesoamérica); por su extensión, casi tan grande como la actual capital de Oaxaca; y por su larga vida, iniciada cerca del año 500 a.C y concluida alrededor del 850 d.C.
Las artesanías en Oaxaca son tan variadas y de tan buena calidad que se han constituído en un atractivo turístico. Las tradiciones ancestrales, la diversidad en las etnias, así como la riqueza en la historia del estado se han podido manifestar en la gran diversidad de creaciones de más de medio millón de artesanos que se tienen registrados en Oaxaca. En el centro del estado se encuentra la Ciudad de Oaxaca, una fascinante y hospitalaria capital en cuyo entorno se ubican diversas poblaciones, cada una con una personalidad y una tradición artesanal propia, acompañadas de sus respectivas costumbres, fiestas y platillos.
La tradición culinaria de Oaxaca es extraordinaria y está muy fuertemente arraigada. Existen catorce grupos étnicos diferentes, con sus propios platillos. Es una zona de incomparable riqueza para el turista interesado en gastronomía, etnología y cultura en general. Oaxaca es la tierra del mezcal, las tlayudas y de los famosos siete moles. Hay que dedicarle varios días. La gastronomía oaxaqueña es una de las manifestaciones culturales que identifican y definen a su pueblo, por su variedad, riqueza y complejidad que se han conservado a través de los siglos. La mejor manera para disfrutar la comida oaxaqueña, es probándola, desde los platillos “fuertes” que se acostumbran a disfrutar a la hora de la comida; como los tradicionales antojitos oaxaqueños que se pueden degustar a cualquier hora del día.
La Guelaguetza se trata de una ancestral tradición con raíces prehispánicas relacionada con las ceremonias agrícolas de agradecimiento a los dioses por la llegada de las lluvias y el levantamiento de la cosecha a finales de julio y es la festividad más grande de Oaxaca. La Guelaguetza es una fiesta de agradecimiento por la llegada de las lluvias y las cosechas, en la que representantes de todas las regiones del estado se concentran en la capital para compartir su cultura a través de bailes, artesanías y comida.
El nombre de mezcal tiene sus raíces en una de las antiguas lenguas nativas de la zona y se traduce como ‘agave (también conocido como maguey) cocido’. Aunque los oaxaqueños prehispánicos utilizaron maguey para hacer pulque (una bebida alcohólica sin destilar), parece que los avances reales en la producción de mezcal se produjeron cuando los españoles llegaron a Oaxaca; al traer con ellos su conocimiento de procesos de destilación.
La vasta cocina oaxaqueña se distingue por su tradición y el uso de ingredientes regionales. No por nada se ha posicionado como la Mejor Ciudad Turística del Mundo y el Mejor Destino Gourmet. En la presentación de la edición 2021 de La Guía México Gastronómico “Los Grandes Restaurantes de México” se reconocieron a 278 restaurantes ubicados a lo largo y ancho de la República Mexicana, en esta ocasión, fueron 16 los restaurantes oaxaqueños que se colocaron en el listado.
La Ciudad de Oaxaca es un destino que ofrece una gran variedad de atractivos y encantos turísticos que dejan a cualquiera sorprendido. Sin embargo, hay otros lugares que también vale la pena conocer y se encuentran en los alrededores de la ciudad, en cuyo entorno se ubican diversas poblaciones, cada una con una personalidad y una tradición artesanal propia, acompañadas de sus respectivas costumbres, fiestas y platillos.
En Oaxaca nos sentimos orgullosos de contar con 5 comunidades a las que se les ha otorgado el título de Pueblos Mágicos de México, un Pueblo Mágico es una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianeidad, en fin magia que te emanan en cada una de sus manifestaciones socio-culturales, y que significan hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico. El Programa Pueblos Mágicos contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros.
Oaxaca es famosa en todo el mundo por sus sitios arqueológicos y la historia que guardan. Descubra Monte Albán, Mitla, Yagul y más de estos sitios remotos, que han convertido a Oaxaca en una ciudad Patrimonio de la Humanidad, según la Unesco. Los pueblos originarios zapotecas y mixtecos de Oaxaca vivieron en las ciudades y centros religiosos del valle de esta ciudad hasta la época de la colonización española. Hoy en día, aún quedan vestigios de estos pueblos y lugares donde poder conocerlos.
Las playas de la costa del estado de Oaxaca están entre las más hermosas y completas de México, gracias a una infraestructura turística en desarrollo y a la rica gastronomía del Pacífico. A lo largo de los 533 kilómetros de costa, las playas de Oaxaca ofrecen una gran variedad de actividades para los amantes de los deportes acuáticos: snorkel, buceo, pesca deportiva, surf, entre otros… ¡hay para todos los gustos!
Lugares como Puerto Escondido, Mazunte, Zipolite, Carrizalillo, Puerto Ángel o las playas de Huatulco te brindarán la posibilidad de contemplar hermosas puestas del sol, deleitarte con el intenso turismo de aventura o ser testigo de la emocionante liberación de las tortugas recién nacidas.
El Centro Cultural Santo Domingo es un complejo cultural que está ubicado en lo que fue uno de los conventos más importantes de la colonia. Se trata de un convento de grandes dimensiones en el que se han establecido el Museo de las Culturas de Oaxaca, la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa y el Jardín Etnobotánico. En una construcción que forma parte del conjunto pero del siglo XIX, se encuentra la Hemeroteca Pública Néstor Sánchez. Aparte de todas estas instituciones reunidas, el Centro Cultural Santo Domingo cuenta en el ex convento con espacios de usos múltiples, en los que se llevan a cabo exposiciones temporales, conferencias, cursos, presentaciones de libros y conciertos, entre otras muchas actividades.
La Ciudad de Oaxaca, la capital del estado, es famosa por su arquitectura y por sus ricas tradiciones culturales. Oaxaca también cuenta con una espléndida y variada cocina y un clima primaveral durante todo el año. La UNESCO declaró la ciudad como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Oaxaca es el estado más diverso de México. Tiene picos que alcanzan más de 3.000 metros de altura, cavernas que se encuentran entre las más profundas del mundo, playas vírgenes, bosques apartados y valles soleados. Oaxaca es rica en tradiciones y costumbres y tiene la población étnica más grande de México.
Espacio ideal para el Turismo Alternativo, Oaxaca ofrece actividades como caminata, ciclismo de montaña, rappel, escalada, tirolesa, cabalgata, observación de flora y fauna y más, en estrecho contacto con la naturaleza. El visitante puede también presenciar los diversos aspectos de la vida local, saborear la gastronomía y disfrutar la calidez de sus gentes, así como una oferta de hospedaje en hoteles, cabañas ecoturísticas, casas locales o excelentes áreas de campamento. En su variada geografía, reúne no sólo una vasta biodiversidad, considerada entre las mayores del mundo, sin también riquezas culturales y étnicas insuperables, y los más distintos y bellos escenarios naturales.